martes, 13 de mayo de 2014

Grande en el triunfo, gallardo en la adversidad.

La afición santafereña, los directivos, los jugadores y posiblemente la prensa pensábamos que la sequía de títulos tendría algunos años más, se creía que 37 era una cifra que debía quedar en el olvido, en 2012 la situación cambió, el Independiente Santa volvió a ser Campeón.

¿Pero cuándo  y cómo se inició el ciclo del triunfo?. El 26 de marzo de 2011 Independiente Santa Fe jugó ante Itagüí, había sido despedido Arturo Boyacá, el presidente Pastrana confiaba en Wilson Gutiérrez, asumía como director técnico, ya había estado en el club como jugador, era un desconocido, su hoja de vida probablemente no auguraba nada bueno,  aquel día el partido terminaría con empate a 2, el otrora jugador cardenal, con expresión sencilla, poco elocuente, ocupaba por primera vez la zona técnica, atento, tomando nota - diferente al de los papelitos - y buscando explicaciones al resultado y quizá evidenciando los ajustes que habría que hacer en el siguiente partido, y sí que los encontró. El equipo empezó a tenerse confianza, a lograr marcadores que iban haciendo que tanto jugadores como aficionados, sintieran cada vez más que se estaba gestando un  equipo diferente.

El cuadro cardenal había tomado una identidad futbolística, una enorme seguridad, un volante con una cabeza brillante que se tomaba la zona de creación cardenal, un diez que no solo hacía respetar la divisa roja sino irradiaba compañerismo, determinación en el resto del plantel, y en el banquillo un técnico de la casa, era la combinación perfecta  con la que soñaban unos y otros.

En el 2012, los aportes técnicos de Gutierrez, el liderazgo de Omar Perez, Bedoya, Copete, Julio y otros muchos, valientes todos, hacían que el equipo fuera adquiriendo el respeto, la fuerza necesaria y la certeza de que el 15 de julio, el resultado se daría, el grito: ¡¡¡León campeón!!!, ahogaría los años en los que el éxito era esquivo. Los doce culpables: Wilson Gutierrez y los 11 héroes que reescribían la historia triunfal del equipo cardenal.

A partir de aquel inolvidable año las expectativas cambiaron, el listón se subía un poco más, se hicieron los esfuerzos para que las metas  se alcanzaran, sin embargo los fantasmas aparecieron, jugadores fundamentales se iban en un nivel envidiable, volvían con sombras de duda. Los resultados no eran consecuentes con el trabajo, con las contrataciones, con el aporte de algunos, la afición empezó a tener dudas.

Como en los grandes equipos del mundo, la curva se inclinó, las metas; quedaron pendientes, las acusaciones principalmente de la prensa, y de algunos otros más que pensábamos que había que hacer ajustes.

Nuevamente en este proceso apareció el mismo exjugador y exitoso técnico, esta vez para afrontar la responsabilidad que le correspondía, mostró un faceta también admirable, la gallardia, la frente alta para reconocer, primero, a los que contribuyeron al éxito, y luego lo más importante, a hacer suyos los errores que desde la banca se pudieron cometer.

La afición santafereña no tiene otra cosa que agradecer a este santafereño, que tanto el jugador como el técnico procuraron entregar lo mejor en los años que pertenecieron al club. Quedará en la historia cardenal como el estratega que hizo soñar despiertos, llorar de felicidad, regocijarse  con la identidad futbolística, y que la afición apreciara, respetara, defendiera a sus jugadores y la camisa cardenal.

Más y más cosas podrían decirse para reconocer el trabajo del técnico campeón del 2012, sin embargo ahora un nuevo ciclo se inicia; inteligencia, decisión, entrega, indispensables a la hora de retomar las metas pendientes.
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